Patrulla
Patrulla
Manuel Vicent, El País, 13-10-1991
Como un chacal a la caída del sol, el chico estaba apostado en una esquina del barrio esperando que pasara la presa. Entonces vio a una mujer demediana edad1 que cruzaba la calle, y con la misma acción medida de otras veces, él salió disparado2 desde atrás, se abalanzó sobre ella, le arrebató el bolso y siguió corriendo sin que ninguno de losdos se hubiera mirado a los ojos.
Mientras huía, el joven drogadicto fue escarbando3 el botín, y tres manzanas4 más allá arrojó el bolso vacío entre dos coches aparcados para quedarse sólo con lacartera. Se sentó jadeando5 en el banco de un paseo y comenzó a explorarla con los dedos temblorosos. Contenía tres mil pesetas, cantidad suficiente para la dosis de ese día, pero en medio de lastarjetas de crédito había algunas fotografías, y en una de ellas el joven, lleno de espanto, se descubrió a sí mismo sonriendo en un parque abrazado a su madre. No pudo evitar las lágrimas al leer en elcarné de identidad el nombre de la víctima. junto con aquel rostro sellado6. No obstante, con ese dinero se pinchó.
La madre, muy exitada, contó esa noche al llegar a casa que un drogadicto le habíaasaltado7, y su hijo la escuchaba en silencio mirando muy pálido el plato de la sopa. Los padres no habían descubierto aún la jeringuilla dentro de las bambas8 podridas del chico, pero el marido era unode ésos que habían decidido implantar el orden por su cuenta en la calle a bastonazos. El azar de la ciudad quiso que este hijo atracara7 a su madre en una esquina, auqua poco después el azar se hizomás terrible todavía. Bajo un cúmulo de linternas rojas una patrulla de justicieros privados estaba dando una batida con palos para limpiar de drogadictos ese barrio de clase media. De pronto, aquelpadre airado9 se vio arreando garrotazos10 a un muchacho tirado en la acera, y sólo cuando fue iluminado por los furgones de la policía, que llegaron en su auxilio, el hombre se dio cuenta de que…